Escribió
con gestos, las palabras
que
no supo contar,
así
consumió la impotencia
doblegando
la lucha.
Creó
colores ausentes,
para
recrear atardeceres
reflejados
en las pupilas
de
buitres, de cuencas vacías.
Seguidamente
naufragó
en
despertares somnolientos,
donde
reposó
las
incomprensiones propias.
A
partir de aquel instante
ya
nadie encontró su sombra.
Sólo,
fugaces recuerdos ajenos,
le
envolvían en realidades
holográficas, irreconocibles,
de
escenarios ingrávidos.
Él,
mantuvo una aptitud,
sin
remedio, impasible,
mientras
se extendía el eco mudo
del
abrazo con la Tierra,
De Ángel Rebollar López (cualquier reproducción del contenido, total o parcial,
ha de ser, previamente, autorizada por el autor)
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