miércoles, 27 de septiembre de 2017

TE ESPERO EN EL SUR

Siempre se vuelve al Sur, 
donde reside el calor,
la luz, los días largos,
el lugar en el que la vida
está en las calles,
en las terrazas de los bares.

El Sur, de atardeceres lentos
esperando el refresco de la luna,
para poder mirar con deseo y descaro
a los ojos que de día abrasan,
así, con la garganta húmeda de cervezas
y seca de humos con duende
que envalentonan los pensamientos,
eres capaz de contar, sin decir palabras.

El Sur, donde la esperanza no se rinde,
donde la música invita a sudar
abrazado a otro sudor deseado,
allí, donde los labios sedientos
buscan la humedad de otros,
con los que dar vida
a jugos únicos, de limón y menta
o de miel y canela,
con un fondo a vino fino.

Sur, donde las noches no se duermen,
¡se viven!, envueltas en efluvios de azahar
y rasgadas de guitarras que se unen
a voces roncas y quebradas.

El Sur, ese lugar donde siempre te espero...
Pero no tardes, que nace el día
y llama al sol, para ponernos la piel tostada
y la mar, a cubrirnos de húmeda y dulce sal fresca.

                   De Ángel Rebollar (Toda reproducción, total o parcial, del contenido
                                                          ha de ser, previamente, autorizado por el autor)


miércoles, 20 de septiembre de 2017

ALLÍ, DONDE TÚ Y YO SABEMOS


Busco con insistencia
el principio, la síntesis 
de la esencia tuya
que se mece con el aíre.

En ocasiones, inspiro con fuerza
los recuerdos que nos quedan 
en mi y noto la brisa de tu caricia
cálida, deambulando por mi pecho,
mientras desperezas tu aliento
cerca del oído,
antes de posar tus húmedos labios
en un cuello, ya entregado.

Cómo no pensarte, con el sudor
perlando tu frente encendida
y esa mirada distraída, 
inyectada de locura reposada.
Tendido el cuerpo, 
rendido sobre el mío,sin aliento,
ambos, como guerreros del deseo
en su última batalla, así nos amamos.
Y es que, no sabemos de otra forma.

Por ello, porque sin ti, la vida
es cosa distinta, es...otra cosa,
cómo alma vacía, cántaro sin miel,
cómo un reloj sin la aguja pequeña, 
cómo un horizonte sin línea.

Los amantes,
los que paramos el tiempo,
cuando somos sexo entregado,
los que perseguimos en cada éxtasis
derrumbar los muros de Jericó,
nos encontraremos sin remedio.
Allí, donde tú y yo sabemos,
te esperaré, si fuera necesario
me exprimiré en sudor,
para alfombrar 
la atmósfera en la que estuviste.

Después tan solo resta
permitir que, nuestros entes 
se hallen en el caos,
que se persigan
con empeño endogámico,
empapados de necesidad.

                 De Ángel Rebollar López (Cualquier reproducción, total o parcial, del contenido,
                                                          ha de ser autorizado, previamente, por el autor)