miércoles, 27 de octubre de 2021

ANATOMÍA DE UN RETRATO

Que decirte que no sepas
sobre lo que a ti y a mi nos separa,
un abismo de impenitente locura,
un terraplén de trémula esperanza,
una vigilia de soledades perversas.
¡Es tanta la distancia que nos aleja!.

Tan próxima y tan distante,
tan íntima y ajena, 
tan cálida y tan fría,
tan real y tan onírica, 
tan de materia etérea
pero, sin embargo pegada
como una ardiente y dolorida
herida sangrada. 
Y yo, tan pueril, todavía
te espero en aquella esquina.

Si mi mano pudiera apreciar,
aunque fuese de manera distraída,
otra vez, el calor de tu serena sonrisa
húmeda y limpia como el nácar.
Pero, sin embargo, es tanta la distancia...

Si acaso, sin que lo sospecharas,
en un fugaz instante
pudiera extraviarme
en la fragancia de tus cabellos,
hasta confundir el día con la noche.
Pero, es tanta la perversa distancia
que he de quedarme
en el reposo de tu sincera mirada,
con el contraluz que se dibuja
a través de la onda de tu pelo
mirándome fijamente, mientas
un mechón de tu cabellera
oculta el ojo izquierdo,
para atentamente escuchar
tu deseo, hablándome de pasión.

Sin más, concluyo
observando el ribete
que dibujan, esos labios
de sonrisa suficiente.
Que terca y densa es la distancia
entre tu realidad, mi deseo
y esa insolente fotografía.

        De Ángel Rebollar López (Toda reproducción, total o parcial, del contenido
                                             ha de ser, previamente, autorizada por el autor)


domingo, 3 de octubre de 2021

GUERRERA DEL ARCO IRIS

 Solo quien transita por el filo del abismo,
quienes miraron, en el momento preciso,
de frente al verdugo
y le retaron a jugarse la vida
a la carta del deseo desesperado,
conocen el valor.

Tan solo cuando el órdago está en la mesa
y tomamos conciencia de que, detrás
nada más queda el vacío
o la gloria conquistada,
surge, entonces, una fuerza generadora
de no sabemos donde,
ni tan poco nos importa.

Cuando con el miedo
pesando en los bolsillos,
del que se enfrenta desnudo
a la última batalla
y la vence, solo entonces,
se da aprecio a la nada y al todo,
porque el todo y la nada,
en ocasiones, se confunden.

Uno sabe que, en realidad,
nunca ha ganado ninguna guerra
que siempre han sido perdidas,
con la excepción de algunas contiendas
sometidas por la dignidad,
porque contigo no hay manera,
pero así es como se juega,
nos fortalecemos en las duras batallas,
estas, elevan nuestras miradas
más allá de lo superficial.

A ti, guerrera del arco iris
que te has ganado el derecho a la vida.
A ti, que has sabido salir
victoriosamente vencida,
cuando buscabas las verdades
por los vericuetos de las tinieblas.
A ti, que me secuestraste el anhelo
una noche de gélido invierno
y calentaste mis adentros,
tú sabes que eres
la dueña de mis alientos.

          De Ángel Rebollar (Toda reproducción, total o parcial, del contenido
                                      ha de ser, previamente, autorizado por el autor)