(Colonia Leonesa, Carril del Conde,
Pinar del Rey,
Canillas cerca del
pueblo de Hortaleza)
Cuando nací mandaba el frío,
el hambre, aún reinaba en las entrañas,
sin tanta insistencia, subsistiendo.
El barro era el dueño de las calles
de aceras desconocidas.
Casitas nacidas a ciegas,
nocturnas, clandestinas,
emergidas del lodo, frágiles, porosas,
ahogadas en las noches invernales,
esponjas de las humedades enfermizas.
Goteras persistentes se abalanzaban sobre la cama,
chocando con el impermeable y pesado capote,
protector de largos sueños de infantil evasión.
Cuadrado de tres piezas, cocina y dos dormitorios,
con orinal bajo la cama, de somier muelleado
y colchón de borra,
durante el día, las miserias se abandonaban,
en la letrina común, de dudosa consistencia
y puerta desencajada.
Hogares sin conciencia de grifos,
con tinajas reservorio de agua,
llenadas por el quehacer insistente
de los niños, en la fuente comunal.
Días de calle y juegos,
noches de escasa cena y radio,
patio de vecinos, de puertas abiertas,
sombreado de parras con uvas
tintas y blancas, esperadas en septiembre.
Allí los barreños de zinc, los sábados,
calentaban su líquido al sol,
dando cumplimiento así,
al ritual necesario del adecentamiento público,
tan urgente como evidente, de los seré menudos.
Años de libertad en la explanada terrosa,
donde se cumplían las imaginaciones infantiles
sin reserva ni limites, barrio que llena mis recuerdos
con las primeras travesuras, juegos y alegrías
De: Ángel Rebollar López ( Cualquier reproducción, total o parcial, del contenido
ha de ser autorizado, previamente, por el autor)
buenisima.....pero tio...pareces mucho mas viejo que yo.......solo por experiencias.....nada mas que decir
ResponderEliminarAsí era el barrio.... hace tan sólo unos años.
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