Que se estremezcan
los muros tallados,
sobre el duro material
de la desolada codicia.
Que no se ponga limite
a la linea del horizonte .
Que no se dé refugio
al pánico que se instala
entre los pliegues
del corazón y las tripas,
que se deje florecer
la disparidad de armonías.
Que se escondan los dolores
y las desalentadas quejas,
en la caverna de los
sinsabores perdidos.
Que se tiren al viento
los gritos insurrectos
de los impenitentes,
con la deseada y requerida respuesta,
del ensordecido flagelo.
Que se consuman los campos de espino,
siendo la oscuridad la única
dominadora de la noche.
Que de un reflejo,
surja la pretendida luz
y de nuevo, el halcón
vuele libre,
sin otro límite que sus fuerzas.
Que vuelvan las raíces
a sujetar la tierra,
con el espíritu guerrero
de hacerla suya.
De: Ángel Rebollar ( Cualquier reproducción, total o parcial, del contenido
ha de ser, previamente, autorizado por ele autor)
Eso, que se haga la luz, entre las tinieblas. O que sepamos encenderla, aunque las arrugas y los sinsabores nos tienten y nos dobleguen, con sus hermosas garras y señuelos.
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