domingo, 18 de octubre de 2015

AUSENCIA


Escribió con gestos, las palabras
que no supo contar,
así consumió la impotencia
doblegando la lucha.

Creó colores ausentes,
para recrear atardeceres
reflejados en las pupilas
de buitres, de cuencas vacías.

Seguidamente naufragó
en despertares somnolientos,
donde reposó
las incomprensiones propias.

A partir de aquel instante
ya nadie encontró su sombra.
Sólo, fugaces recuerdos ajenos,
le envolvían en realidades
holográficas, irreconocibles,
de escenarios ingrávidos.

Él, mantuvo una aptitud,
sin remedio, impasible,
mientras se extendía el eco mudo
del abrazo con la Tierra,
se entregó al descanso

         De Ángel Rebollar López (cualquier reproducción del contenido, total o parcial,
                                                 ha de ser, previamente, autorizada por el autor)

viernes, 9 de octubre de 2015

SAN BLAS III ( La calle)

Con saudade, vuelvo a ti.
Los pies dueños de mi destino
me van mostrando, ahora,
ecos que vivos rebotan
por paredes enfrentadas.

Ecos que se dejan oír
por las calles y locales,
que fueron refugio de jóvenes
y no tanto, pero con empeño.

Si la paciencia fuera mi virtud,
entre tanto sonido
de vivencias mezclado,
seguro oiría desperezar mi voz,
con el empeño del mensaje claro,
colmada de nervios, inseguridades
y siempre las dudas,
que todavía me acompañan,
en aquellas reuniones
y asambleas eternas,
que la clandestinidad, necesaria,
cargaba de una especie

de orgullo y miedo.

                    De Ángel Rebollar López ( Toda reproducción del contenido, total o parcial,
                                                            ha de ser, previamente, autorizada por el autor)

SAN BLAS II ( el banco)

Sin aviso, vuelvo a ti,
al banco que al despertar al mundo,
con afanosa paciencia,
nos daba asiento
y mudo, guardaba
las conspiraciones liberadoras
de aquellos que fuimos,
no hace tanto….

En él despertaron mis oídos
al sonido y contenido
de Beatles, Rolling, Cohen,
Dilan, Serrat y con él
con Paco y otros, arribaron
los poetas, cabalgando
en vibrantes melodías.
Por tanto, tanto es lo que
a tu robusta acogida debo.
Raíces enredadas en horas frías

y calientes, agradecido siempre.

                       De Ángel Rebollar López ( Toda reproducción del contenido, total o parcial, 
                                                               ha de ser, previamente, autorizado por el autor)

SAN BLAS (El parque)

Vuelvo a ti, sentido y recordado barrio
donde se forjaron mis hechuras,
te respiro de nuevo,
piso tus calles mojadas
paseando por tus aceras,
otrora escasas y desalineadas
actualizadas en amplias y circundantes.
Aquello que fue tierra de juegos,
ahora asfalto al que se pegan los coches.

Con deseo vuelvo a ti
y en mi reposado callejeo,
a encontrarme con embozados rincones
cargados de recuerdos dormidos,
lugares, hoy, lejanos a mí
en los que me fui conociendo
y en el deambular me reconozco.

Sin remedio vuelvo a ti,
al parque, paraíso de aventuras
y entretenimientos según edades,
a dejarme recostar en aquel árbol
con el que jugábamos al “ménage à trois”,
que con entereza callada
resistía los desaforados empujes
de quienes, descubren por primera vez
los olimpos deseados y encontrados.
Acogedor y reservorio de pasiones párvulas,
herido con corazones e iniciales,
símbolos de promesas de por vida,
de las que el tiempo dio cuenta, o no.

Imágenes que como calcomanías
se pegan en mis neuronas,
desvelando evocaciones ocultas
que remueven vísceras,
creando remembranzas

de tiempos ya postreros.

                     De Ángel Rebollar López  ( Toda reproducción del contenido, total o parcial,
                                                              ha de ser, previamente, autorizada por el autor)

LA MIRADA PERDIDA

El perro rompió su andar nervioso, se enroscó a la farola, levanto la pata y derramo su identidad. El dueño de la correa, en relajada espera, elevo su puntiaguda prominencia nasal, inspiro, miro al cielo y negó con la cabeza. Al llegar a mi altura dijo, a modo de confidencia fatal, " huele a húmedo, los cielos cerrándose, lloverá". Ester estaba en mis células y el día radiante............, se abrían horizontes? Y se abrieron, no en el sentido de la pregunta, sino para acontecer la premonición del narigudo, así, como si de una orden se tratara, la luz se esfumó y de la penumbra, iluminada por relámpagos, brotaron gotas de medio litro, que pusieron en loca huida a confidente y acompañante, invirtiendo el mando, el canino, arrastrado por el humano en su fuga del diluvio, dejaba en el suelo las marcas de su heroica resistencia. Sin irme de mis mullidos pensamientos, embriagados de escenas, de olores, de sabores, del calor de su cuerpo, también de gemidos y jadeos, mis piernas aliadas del instinto, me transportaron bajo el techo de chapa del aparcamiento de una urbanización. El insistente caer de los gotones sobre el tejado, desvió mi atención, que se centró en el olor que desprendía y la humedad magnificaba, mi cuerpo, los nuestros, que fundidos sudaron y exudaron hasta la deshidratación, estaba pegado a la piel, como los parches insulinicos, vitales para el diabético

12M-15M

  Me eché a la calle, en manga corta y con una pequeña mochila, la tarde era de bochorno
e iba a necesitar una de las capas de plesiglas abandonadas en el maletero de mi coche.

  El cielo se mantenía pertinazmente cubierto, pero se contenía, apenas dos gotas salpicaron
mi despoblado ápice, así se  mantuvo, espeso y plomizo, con algunos tímidos destellos
del rey astro. Aparcamos cerca de la estación de Atocha y nos dirigimos hacia la misma
plaza. Al abordarla entraban en ella, por la calle Embajadores, la columna del Sur ( Getafe,
Fuemlabrada, Móstoles, Alcorcón, Leganés, Villaverde, Carabanchel, etc.) una inmensa
catarata multicolor, con pancartas indicadoras, ritmos caribeños y cantadas consignas
reivindicativas ingeniosas, necesarias e inteligentes. Como a borbollones Atocha se iba
colmando, nutrida por la continua afluencia de la interminable macha, apenas se respetó
una pequeña media luna, donde, de la Avda. Ciudad de Barcelona, un torrente de
ciudadanos la ocuparon instantáneamente, acogido el echo con aplausos y gritos de
salutación con abrazos incluidos. Era la columna Sur b ( Arganda, Rivas, Vallecas, Santa
Eugenia, Moratalaz  Etc. ).

  Nos llamó la atención, al abandonar el vehículo, la poca gente que había por la calle.
Cruzamos Atocha en dirección al Paseo del Prado, con grandes dificultades lo alcanzamos
el paseo. A pocos metros, caminamos por la calzada y fuera de las multitudes en dirección
a La Cibeles, donde debía abocar la columna que ha de llegar del Este ( Parque de San Blas
hasta Manuel Becerra donde se juntaron con los que venían de Santa María, Pinar del Rey,
Prosperidad hasta el punto de hermanamiento mencionado. Ya juntos bajaron por Alcalá
hasta la fuente insignia, que cruzandola se encarrila, por la misma calle hasta la Puerta del
Sol. Llegando a la Plaza de Neptuno, nos cruzamos con pequeños grupos que se habían
separado de los llegados del este. Decidimos darnos la vuelta, para subir por la calle Atocha.

  La plaza seguía igual, pero la calle hasta donde se perdía la vista, allá al final de la larga
 y pendiente cuesta, por Alonso Martinez, era un hormigueo mullido, en todo el ancho de
calzadas y aceras, de ciudadanos que, en tono festivo y responsable, apenas se movían
del sitio, solo balanceándose al ritmo de los tambores y las consignas cantadas. Mucha
gente joven. Muy importante, quien haya asistido en los últimos años, con las gloriosas
dos o tres excepciones ( Nunca Mais, guerra de Iraq y 11M ), nos veíamos los mismos
miles de siempre, en el mejor de los casos. Años de caras repetidas, si no fuera por el
cambio que ejercen, el transcurrir del tiempo y las costumbres de dudosa catadura salubre,
dicho con una mueca de complicidad. Hoy fui casi un perfecto anónimo, nadie me conoció
y tampoco yo conocí, algunas caras standard que quitan polvo a imágenes pretéritas,
mezcladas y borrosas, de dudosa objetividad, solo ese leve vahído. El resto, multitud de
nueva energía que esta despertando al mundo adulto, con un concepto novedoso y
respetuoso de generar sus protestas, con las que una gran mayoría nos sentimos próximo
aunque solamente sea por su capacidad de convocatoria. Pues eso, que es buena señal, es
una buena alegría no haberme encontrado, ni con los que quedé en hacerlo, entiéndase el
sentido. Buena señal.

  Subimos como pudimos, pegados a las casas por la acera, intransitable, de la derecha
que al igual que la calzada habían cambiado, sus tradicionales colores grises, por un olas
de colores en constantes metamorfosis. Casi llegando al final de la cuesta, desaparecieron
los pequeños huecos, por lo que decidimos meternos a la derecha para buscar Huertas.















   

miércoles, 7 de octubre de 2015

FUNÁMBULO



Busco refugio en el hueco,
en el vacío,
que me deja mi enajenada
ausencia.

Oculto en la soledad,
enredado en un mar de tormentas,
camino funámbulo por acantilados
cuyo eco, me habla
con el sacudir de las olas.
Insistente y persuasivo runrún.

Viajo hacía el holocausto
donde consumir la sed
y desperezar el ánimo,
ahora disperso,
para dejarme caer en el precipicio
en el que, desplegar nuevas alas,
con las que aventar herrumbres.

Vuelvo a ser el susurro áspero del aíre,
entre las secas hojas de otoño
que impaciente espera primaveras,
para amansarse en verdes prados
donde mecer y fornicar el tiempo que,
a cada paso, se muestra más tacaño.

                    De Ángel Rebollar López.  (Toda reproducción del contenido, total o parcial
                                                                     ha de ser, previamente, autorizada por el autor)