En ocasiones busco encontrarme
protegido, en el cuenco de tu regazo.
Cuando abrazados los parpados,
hasta confundir las pestañas,
lucho contra el despertar,
en esos instantes de ida y venida,
de estar y no saberte,
es cuando se hace más patente
la hambruna de tus besos
para sosegar la impotencia,
a la que me aboca tu vacío.
Incluso mis manos, estas,
que se desgastaron
en las caricias entregadas,
se muestran frías y diáfanas
con consecuencia impenitente,
al reflejarse en ellas,
la ausencia constatada
de tus desafiantes, anheladas
e inquietantes voluptuosidades
en las que, encontrar reposo
dándoles forma y templanza,
para poder sorber e inhalar
la esencia de tu sofocada piel.
Despiertan, entonces, mis oídos
a tu sonido armoniosamente sensual,
casi te puedo oler,
aún con el sudor fresco
con el que, la aprovechada noche
impregnó la turbadora y acogedora
piel, de tu ofrecido cuerpo.
De: Ángel Rebollar López ( Cualquier reproducción, total o parcial, del contenido
ha de ser, previamente, autorizado por el autor)
que precioso Angel, senti cada palabra como una caricia imaginable, gracias por compartirlo querido, abrazos!!
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