jueves, 7 de mayo de 2020

SOBREVIVIENDO

Cuando ya no podemos más,
cuando nos abraza, con fuerza, el dolor,
cuando sentimos que la tierra nos traga,
cuando pensamos que ya nada será como fue,
cuando el desamor nos ha roto el alma,
cuando sabemos de nuestros errores.
Cuando todo esto sucede
y nos creamos sin fuerza, para retomar el vuelo,
en ese preciso instante,
urge recoger nuestros pedazos rotos
para besarlos y abrazarlos,
con toda nuestra necesidad
y pegarlos con amor.

Sí, con amor,
con mucho amor.
No con odios, 
ni revanchas,
ni venganzas,
ni siquiera con un poco de rencor.
Debemos unirlos con delicadeza
y con lo dicho, con mucho amor,
para que no quede el resentimiento
que pueda lastrar el mañana...

Sólo así, estaremos dispuestos
a volver a ser,
a sentirnos vivos,
a dejar que, una vez más,
la sangre hierva, hasta quemarnos
y la ilusión vuelva a acercarnos
a las grandes praderas de esperanzas,
donde el amor adormece confinado
deseando que lo despierten
otra vez, una vez más,
con besos y abrazos nuevos,
inocentes, a estrenar,
como si fueran los primeros,
teñidos de ternura,
anhelantes de afecto y comprensión,
para que rebrote la la vida, 
volviendo, así, a sentirnos dueños
de nuestro incierto destino.

            De Ángel Rebollar (Toda reproducción, total o parcial, del contenido
                                        ha de ser, previamente, autorizado por el autor)



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