Diaria y cotidianamente
con incansable rutina,
por una necesidad incontinente,
una mujer, de edad madura,
se asoma a la ventana
y grita su irreverente discurso,
todos los días, a la misma hora.
Estremece la claridad de su voz,
la energía con la que escupe sus proclamas,
su verbo ágil y preciso,
de fuerte y clara contundencia.
Se asoma a la ventana abierta, para lanzar,
con brillante vehemencia, sus quejas
de dolorido contenido social.
Su odio ha hecho un nido clarividente
de lúcida paranoia
que, necesita manifestar expansivamente.
Desde la ventana, sus gritos se acunan
con datos contundentes.
Espanta así, su intima soledad.
Nadie comprende su mundo
y se rebela contra esa cárcel,
de aislamiento invisible.
La aparente indiferencia del entorno,
la vuelve violentamente incomprendida,
da miedo a sus vecinos
y los cabrones asustados,
se protegen con gesto represivo
llamando al 091,
ella, los desafía sin respeto.
Al final su ausencia.
Después de ocho años
de combativos mensajes sociales,
la ventana se muestra cerrada y muda.
Me martillea la duda de su incierto silencio.
¿Le habrá vencido el terror
que produce tanta soledad desatendida?
De Ángel Rebollar López (Cualquier reproducción, total o parcial, del contenido
ha de ser, previamente, autorizada por el autor)
con incansable rutina,
por una necesidad incontinente,
una mujer, de edad madura,
se asoma a la ventana
y grita su irreverente discurso,
todos los días, a la misma hora.
Estremece la claridad de su voz,
la energía con la que escupe sus proclamas,
su verbo ágil y preciso,
de fuerte y clara contundencia.
Se asoma a la ventana abierta, para lanzar,
con brillante vehemencia, sus quejas
de dolorido contenido social.
Su odio ha hecho un nido clarividente
de lúcida paranoia
que, necesita manifestar expansivamente.
Desde la ventana, sus gritos se acunan
con datos contundentes.
Espanta así, su intima soledad.
Nadie comprende su mundo
y se rebela contra esa cárcel,
de aislamiento invisible.
La aparente indiferencia del entorno,
la vuelve violentamente incomprendida,
da miedo a sus vecinos
y los cabrones asustados,
se protegen con gesto represivo
llamando al 091,
ella, los desafía sin respeto.
Al final su ausencia.
Después de ocho años
de combativos mensajes sociales,
la ventana se muestra cerrada y muda.
Me martillea la duda de su incierto silencio.
¿Le habrá vencido el terror
que produce tanta soledad desatendida?
De Ángel Rebollar López (Cualquier reproducción, total o parcial, del contenido
ha de ser, previamente, autorizada por el autor)
Muy bueno y preciso en nuestros tiempos de mordazas y desempatía social de las burguesias calladas y temerosas.Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias amigo. Abrazos y salud
EliminarSencillamente genial, tan genial y aún más que lo considerado genial siendo tremendamente complicado. Felicitaciones
ResponderEliminarMuchas gracias. Sales como anónimo. ¿Puedo saber quién eres?. Salud
Eliminar