No son tus manos mujer,
tan expresiva y capaces,
ni tus ojos
que me hablan sin palabras,
tampoco tu boca que busca la
mía.
No, claro que no,
tus pechos en los que me
abandono
y apaciguo el pensamiento,
no pueden ser, de ninguna manera, la causa.
Como no lo son tus formas,
por las que deambulo placentero,
ni siquiera ese lugar húmedo
que guardan tus ingles,
en el que, con gusto me
demoro,
perdido en ese vértigo de locura
al que me dejo arrastrar, sin
condición,
en él, muero y renazco.
No, mi amada amante,
no te equivoques porque,
aunque tengo necesidad
del estimulo de tus manos,
de la conjunción con tu
mirada,
del disfrute en el paraíso de
tus senos,
del contacto con tu sinuosa y
cálida dermis,
como no, también
del dulce salado de tus
gemidos,
no es eso, no es nada de eso,
la causa de mi ventura,
eres tú, inteligente y libre,
toda tú, mujer.
De Ángel Rebollar López (Cualquier reproducción, total o parcial, del contenido ha de ser autorizado, previamente, por el autor)
"Del dulce salado de tus sentidos". Buen oxímoron, Ángel, muy bueno!!!
ResponderEliminarMuchas gracias Inma, aunque demoradas, viniendo de una poeta que admiro, es muy agradable
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