jueves, 15 de agosto de 2019

ES LA POESÍA UN BÁLSAMO

Es la poesía un bálsamo
para restañar mis heridas
y en ocasiones, un bisturí
para que sangren
purificando el daño y así,
permitir que los labios
heridos, de carne abierta,
vuelvan a besarse,
configurando una limpia
cicatriz curativa.

Otras veces, los versos,
son como los puntos
en esa tierna herida
no cauterizada a tiempo
que su dolor necesita exudar.

Hay momentos que son el huracán
que genera torbellinos,
donde los sentimientos
se amontonan impertérritos,
impotentes y contenidos,
ante la energía desbocada.

También han de serlo
para que nuestras entrañas
hablen por nosotros,
desde la visceralidad
de los sentimientos,
desde el resentimiento
humillado por el victorioso sátrapa
que pretende dominarnos.

En ocasiones el poema
encuentra la palabra
que expresa, de manera justa,
la necesidad vital y requerida
que supone el amor deseado,
dejando hablar a la célula enamorada
que solemos acallar,
cobardemente, para evitar desvelar
nuestra más profunda intimidad.

Pobre del poeta que solo busque
la estética, para deslumbrar su ego
que abandone el vericueto de la incertidumbre
en pos del alago vacuo.

Que la poesía sea grito
que exponga la rabia contenida
que se abra ante el dolor
que sea arma y no dogal
que encienda luz en lo lóbrego
que se manifieste en la esperanza
que descorra ventanas y postigos
que exprese, tanto, el sufrido desamor
como el amor más sentido.

Que el vómito literario
sea puñal y bálsamo,
sea miel y sal,
capaz de llevarnos, también,
a paraísos donde condensar
diminutas eternidades.

            De Ángel Rebollar (Toda reproducción, total o parcial, del contenido
                                        ha de ser, previamente, autorizado por el autor)


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