sábado, 18 de mayo de 2019

DÉNIA AMADA

A solas quedan las arenas
una y mil veces,
cuando las olas, 
entre idas y venidas, las besan
en otras tantas ocasiones.

Arenas y mar,
mar y arenas que incansables se abrazan,
mientras, éstas,
se van desgastando,
con ese trasiego infinito
de reiterada intransigencia,
hasta convertirse en polvo.

Mar y arenas, ambas
hijas de la misma existencia
que el sol baña
en playas mediterráneas,
intercambiando su esencia,
entre calmadas y cálidas aguas.

Recogido Mediterráneo, tan íntimo,
pequeño ante los grandes océanos.
Vehículo de culturas diversas,
de intercambio de saberes
y también de guerras,
de riquezas y sangres hermanas,
cementerio, donde duermen
miles de deseos y esperanzas.

Arenas, de la Dénia mestiza,
labradas de plurales
y ancestrales culturas
que acoges mi cuerpo abatido
y doráis mi piel, ya ajada,
por el sol impenitente.
Refresco de mi ser, Mar Mediterráneo,
con tus sabias y salobres aguas.

Dianium romana,
marina y comercial.
Dàniyya, capital
de la taifa musulmana.
Después Dénia, condado
y marquesado cristiano.
Ahora, crisol de culturas,
acogedora y hospitalaria,
remanso de paz, tan amada
por las gentes que te ocupamos.

                  De Ángel Rebollar (Toda reproducción, total o parcial, del contenido
                                             ha de ser, previamente, autorizado por el autor)


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