Llegan niñas
y niños mojados,
que duermen sin
sueños
en las
arenas de las playas,
niñas y
niños que no pintan flores,
ni a sus
ídolos animados.
Niñas y
niños que solo dibujan aviones
que se
desgranan en bombas,
que pintan
cielos sin estrellas
pero que
escupen balas.
Llegan niñas y
niños que se pierden
por caminos
desconocidos,
en los que
mafias los detienen.
Niñas y
niños que lloran en silencio
pero que se
despiertan a gritos.
Niñas y
niños licuados en dolor,
pero
cátedros del sufrimiento,
que tosen, con los mocos pegados.
Llegan niñas y
niños que juegan en el barro
a la puerta
de casas de tela,
niñas y
niños de mirada triste
iluminadas,
a veces, por ilustres payasos.
Niñas y
niños que agradecen caricias
y se
entregan a besos y abrazos,
con sonrisas
francas,
tan
necesitados de ellos.
Llegan niñas
y niños nacidos presos,
muertos
antes de nacer,
de ajenos destinos
maculados.
Niñas y
niños que no pueden entrar
en la Europa
de las concertinas.
Llegan niñas
y niños que son, solo eso,
niñas y
niños queriendo vivir
De Ángel Rebollar López (Cualquier utilización, total o parcial, del documento
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