Nada que tenga valor tiene precio,
precio tan solo lo posee
aquellas cosas perecederas,
si, las que incluyen fecha de caducidad,
los sentimientos si son libres y nobles,
no hay metal que los valore.
¿Cómo pagar la obra de arte
que es, un abrazo querido?,
¿cuál el valor, de un beso deseado?,
¿quién puede poner precio,
a las palabras cargadas de amor,
lanzadas desde el alma?.
¿De qué manera ha de pagarse
la caricia necesitada?.
Dardos dulces, cálidos, acogedores,
necesarios, tanto que encienden sonrisas
en los ojos mojados por la lagrima,
que colorean el rostro de mustios y afligidos,
aliviando dolores en corazones rotos,
que erizan el bello, ya emocionado,
por las palabras y los actos amorosos.
Bien sabía el poeta maltratado,
sabio en su manifestación:
es de necios confundir
el valor con el precio.
Por tanto solo agradecer puedo,
el tropezar en mi camino,
con joyas que no hay forma comprar.
De: Ángel Rebollar ( cualquier utilización, total o parcial, del contenido
ha de ser autorizado, previamente, por el autor)
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