miércoles, 11 de enero de 2012

BESOS


Besos del primer encuentro, llenos de esperanza
que las piernas hacen temblar  y el cuerpo levitar,
de los que abren puertas al futuro ilusionando.
Últimos besos, que cierran el paso al más allá,
llenando de dolor, pervirtiendo la esperanza,
instalándose en el recuerdo, ruines.

Besos dulces de miel y menta, adolescentes,
que invitan a  repetirlos hasta la extenuación,
también de chocolate y canela, inocentes
con la frescura del rocio, tiernos como el nacer,
colmados de esencias  exóticas, estrenados.

Besos henchidos de deseos, húmedos, vehementes,
de los que muerden los labios, hasta marcar los dientes
y persiguen las lenguas enredándose, interminables,
que agotan el aliento en constante intercambio, apasionados.
Otros, solo de compromiso, cínicos, disimulados
que ocultan las intenciones, que apenas rozan, fríos,
incontinentes, pero colmados de contenido.

Besos profundos, con ganas, anhelados, cálidos,
que de la boca buscan la tibieza del cuello,
provocando escalofríos, preparándonos para el amor,
para la loca entrega en los paraísos deseados.
Los hay breves, de soslayo, fugados,
de los que no debieron ser, equivocados,
culminados en la frente, erróneos.

Besos con los ojos cerrados, soñadores,
que te elevan hasta acercarte al cielo,
sellándote el recuerdo próximo, pero nebuloso
y los de mirada despierta, observadores, curiosos,
buscadores de reacciones ajenas, inseguros, temerosos,
como si quisieran conformar ensoñaciones.

Besos, besos que te doy,
besos que me das,
besos que nos damos,
besos imprescindibles, irrepetibles, necesarios.


                          De: Ángel Rebollar ( cualquier utilización, total o parcial, del contenido
                                                          ha de ser autorizado, previamente, por el autor)

lunes, 9 de enero de 2012

NUNCA ME ENAMORE DE TI



Nunca me enamore de ti
huido del latigazo de tu atracción,
eras como una muñeca en venta
en una casa de empeño,
pero hoy, fijaste tu mirada en mi
y un pellizco despertó el dormido instinto,
fue casual, de pronto, sin querer,
tanto, que no pude desechar la obligada atención,
como un chasquido, un clic sobresaltado,
así, tu mirada distraída, triste,
galopando en la difusa miopía,
mostrando la imprecisión del desenfoque,
sin  poder asegurar su destino,
penetro por mi pupila,
plagándome de ternura y te vi,
como nunca jamás te había notado,
con todo tu dolor desorientado.

Tu mirada y tus labios, que se me hicieron frescos,
envueltos en deseos y necesidades,
dándome el bocado de su carne,
eras solo eso, ojos claros, grandes, tristes 
y boca jugosa de dientes nacarados.
No cabía mas reclamo de tu ser,
ni las cuervas de tus caderas,
ni las redondeces rotundas de tus pechos,
ni las columnas jónicas que te sostuvieron y pasearon,
que en otros, tantas fantasías produjeron y generan.

Te note toda, plena, desesperada,
también claro esta, desamparada
y me doliste como nunca te sentí,
entonces comprendí la necesidad de tu destino.

Apagué el emisor de voz e imagen,
concluida la simbiosis de tu fijación en mi,
sí, mi ahora, querida Marilín,
nunca me enamoré de ti,
pero hoy por casualidad, de pronto, sin querer,
te acurrucaste en mi interior,
quizás para siempre, sin saber si me mirabas.

                     
                     De: Ángel Rebollar ( cualquier utilización, total o parcial, del contenido
                                                     ha de ser autorizado, previamente, por el autor)

                 

sábado, 7 de enero de 2012

COMO CASI SIEMPRE



Hoy me siento frágil,
tal si niño fuese,
como casi siempre,
pero hoy, hoy especialmente
al despertar note el vacio de tu ausencia,
el hueco que dejas en mis entrañas,
como casi siempre.

Aunque hoy, especialmente hoy
eche en falta tus caricias,
para templar la invasión
del sobrecogedor frio,
tu pecho en el que apoyar la cabeza,
para dejarla descansar del pensamiento,
tus brazos donde acurrucar la nostalgia,
que ya en mí ser no cabe,
tus besos que tanta paz me dan
e hidratan mis labios,
ni siquiera el susurro de cariñosas palabras,
que la melodía de tu voz pudieran entonar.

Claro, tú ya lo sabes
hoy, es de esos días
que dejo correr la lágrima,
ante cualquier tonta sensiblería
de esos, que paseo contenido,
para que el continente
no  me muestre, delatando mi debilidad.

Pero cuando de nuevo,
en la soledad de mi estancia,
en el recogimiento de mi habitáculo,
vuelvo a abrazarme a la nostalgia
del recuerdo de tu olor,
de la textura de tu piel,
del calor de tu cercanía.
retorno entonces, a la fragilidad
que estremece mi cuerpo
y vuelvo, como casi siempre,
a notar la ausencia de ti,
que alimentas con deseos
mis pensamientos,
desconocida mujer.


                       De: Ángel Rebollar ( cualquier utilización, total o parcial, del contenido
                                                       ha de ser autorizado, previamente, por el autor)