Como no arrepentirse, de matar el poderoso impulso,
cuando tus pómulos encendidos, dan brillo a tus ojos,
por que han encontrado los míos.
Me los imagino también iluminados,
del irracional, del necesario, del irrepetible deseo
de apretarte entre mis brazos, hasta fundirnos,
dejarme estremecer por tu calor, intuir tus formas,
beber de tu boca, parar el momento, hacerlo infinito,
abandonarnos a la vehemencia,
acariciar tus pestañas con mis labios,
sentir la fragilidad de los indestructibles,
perder la gravedad aunque sea efímera.
Como no arrepentirse, de no dar vida al instante,
de convertir los sublime en racional.
Como no arrepentirse de negar ese segundo,
que es la vida eterna.
De: Ángel Rebollar ( cualquier utilización, total o parcial, del contenido
ha de ser autorizado, previamente, por el autor)